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Cómo cumplir tus Resoluciones del 2025
Lee esto para que no te pase lo de todos los años

¡Buenas buenas mi gente!
Bienvenidos a un nuevo CHAPUZÓN. Espero que hayan tenido unas excelentes fiestas y que el 2025 haya arrancado con toda la energía y nada de resaca. Más importante aún, espero que tengan una lista llena de Resoluciones de Año Nuevo, porque para esta edición, las van a necesitar
Como es tradición, enero llegó; y con él, las famosas resoluciones de año nuevo.
Los gimnasios se llenan, las dietas comienzan, y los cuadernos nuevos brillan con planes ambiciosos que... bueno, ya sabemos cómo termina esta historia para el 92% de la gente.
¿92%? Sí, así como lo leen. Solo el 8% de las personas logran mantener sus resoluciones de año nuevo.

A muchos les dura menos de un mes su “nuevo yo”
Pero aquí en La Chispa 🔥 no nos conformamos con estadísticas deprimentes. Si algo no funciona, lo analizamos, lo destripamos, y encontramos una mejor manera de hacerlo.
Hoy les traemos un Chapuzón no curioso como siempre, pero si bastante ÚTIL: Cómo hacer para que realmente logres tu resoluciones de año nuevo. No vas a salir con más cultura, pero sí con las herramientas para que llegue diciembre 2025 y tengan ese negocio andando, esa mente tranquila, y unos buenos cuadritos en la playa.
Así que agarra tu café (o agua, si tu resolución era bajarle al cafecito), ponte cómodo, y vamos a descubrir cómo hacer que el 2025 sea el año en que tus resoluciones dejen de ser solo buenos deseos.
¡Suéltale!
La Historia y Psicología Detrás de las Resoluciones
¡Aja! Historia y Psicología. Que pensaban, ¿qué los íbamos a dejar sin algo de cultura? Esto es La Chispa 🔥 ¡Algo salen aprendiendo nuevo!
Cada primero de enero, todos somos Superman. Los músculos adoloridos del gym. La racha de Duolingo activa, y las que se escondan todas las ensaladas de la ciudad. Creamos resoluciones que transformarán nuestras vidas.
Pero, ¿de dónde salió esta obsesión con hacer promesas cada vez que el calendario marca año nuevo?

La tradición es mucho más antigua de lo que creen
Los babilonios, alrededor de 2000 A.C., fueron los primeros en hacer este tipo de promesas de año nuevo. Pero ojo, no eran ni cerca a lo que hacemos hoy.
En el festival de Akitu (su año nuevo), la gente se paraba frente a sus dioses y toda la comunidad para hacer promesas. No era "este año bajo 10 kilos", como tu tía, sino "prometo pagar mis deudas y ser mejor vecino". Todo público, todo comunitario, todo con consecuencias reales.
Los romanos siguieron el ejemplo, pero en vez de prometerle a los dioses, le prometían al emperador (porque claro, los emperadores romanos se creían dioses anyway). La movida era renovar el compromiso con el imperio y la sociedad.
Hasta en la edad media la tradición era comunitaria. Los Lords feudales y sus vasallos intercambiaban regalos y renovaban sus juramentos. Era como renovar el contrato social, pero con más banquetes y menos papeleo.

Señor feudal recibiendo promesas vs tú prometiéndole al espejo que "este año sí"
¿Y nosotros? Bueno, nosotros agarramos esta tradición milenaria y la convertimos en algo completamente diferente. En algún momento entre la revolución industrial y la era del "auto-ayuda", las resoluciones pasaron de ser compromisos públicos con la comunidad a ser listas privadas de superación personal.
La psicología aquí refleja la modernidad:
• Antes: El compromiso era con otros → Mayor presión social → Más probabilidad de cumplir
• Ahora: El compromiso es con uno mismo → Menor presión → Más fácil de abandonar
Es como pasar de tener un entrenador personal que te grita cuando faltas al gym, a tener una app de ejercicios que puedes ignorar sin consecuencias.
Y aquí viene lo más loco: estudios han descubierto que nuestro cerebro procesa los compromisos sociales de manera completamente distinta a los personales. Cuando hacemos una promesa a otros, se activan áreas del cerebro relacionadas con la obligación moral y la vergüenza social. Cuando nos prometemos algo a nosotros mismos... perdonamos más que Jesucristo

“Tranquilo, no tienes que ir al Gym hoy, ¡pero el domingo a misa!”
Hay algo aún más interesante psicológicamente: la fecha. ¿Por qué esperamos hasta el 1 de enero para empezar a cambiar? ¿Qué tiene de especial ese día comparado con un random martes 17 de abril? (si ese es tu cumpleaños, no te nos vayas a ofender)
La respuesta está en algo que los psicólogos llaman el "efecto de nuevo comienzo" (fresh start effect). Los humanos estamos programados para romantizar los nuevos comienzos. Año nuevo, mes nuevo, lunes... hasta tu cumpleaños. Son como un reset mental que nos hace sentir que podemos empezar de cero.

Pensar en empezar el lunes vs cuando llega el lunes
Es completamente irracional, pero muy humano. Es como si nuestro cerebro dijera "nuevo año, nueva cuenta" y borrara mágicamente todos nuestros malos hábitos anteriores. Lastimosamente, los malos hábitos casi nunca reciben el memo del reset.
Los investigadores de Wharton descubrieron que estas "fechas de nuevo comienzo" realmente aumentan nuestra motivación... por un tiempo. Es como cuando te compras un cuaderno nuevo y los primeros días escribes con tu mejor letra, pero para la página 20 ya parece que escribió un médico apurado.
El resultado de todo esto es que las resoluciones modernas tienen una tasa de fracaso del 92%. Sí, leíste bien. ¡11 de cada 12 personas fallan sus promesas!
Pero no todo está perdido. Entender esta historia y nuestra peculiar psicología nos da pistas sobre cómo podríamos hacer que las resoluciones modernas funcionen mejor…
Por Qué Fallan las Resoluciones Tradicionales (Y Por Qué No Es Tu Culpa)
Ok, ya entendemos que esto de hacer resoluciones de año nuevo viene de hace miles de años. Pero ¿por qué las nuestras fallan tanto? ¿Porqué estamos haciendo mal lo que nuestros ancestros hacían bien?
Tras una investigación exhaustiva, incluyendo nuestros propios fracasos, hemos identificado los 5 pecados capitales de las resoluciones modernas. Agárrense:
1. El Síndrome de la Lista Infinita 📝
"Este año voy a: aprender 3 idiomas, leer 100 libros, hacer ejercicio todos los días, meditar 1 hora diaria, empezar un side hustle, encontrar al amor de mi vida y colonizar Marte".
My friend, no eres Elon. Respira.
El problema no es la ambición - es que nuestro cerebro se paraliza cuando le damos demasiadas “tareas” nuevas a la vez. Es como abrir 47 cosas en tu computadora y preguntarte por qué se puso tan lenta.

2. La Trampa de la Dopamina 🧠
Cuando anuncias en Instagram "Nuevo año, nuevo yo 💪", tu cerebro suelta dopamina como si ya hubieras hecho algo. Es el equivalente mental de comprarte ropa de gym pensando que eso te va a poner fitness.
Los estudios muestran que mientras más publicas sobre tus metas en redes sociales, menos probable es que las cumplas. Tu cerebro literalmente se engaña pensando "bueno, ya todo el mundo sabe que voy a cambiar, con eso suficiente".
Esto no es lo mismo que contárselo a tu círculo cercano. Cuando le cuentas tus metas a tu familia o comunidad cercana, ellos te van a preguntar cómo vas, te van a recordar tus compromisos, y hasta te van a regañar si te ven flojeando. En Instagram, en cambio, eres un segundo del doomscroll de la persona que te está viendo.
3. El Síndrome del Todo o Nada ⚫⚪
"Este año voy a hacer ejercicio TODOS los días"
Se salta un día
"Bueno, ya ni modo, mejor me rindo"
Los humanos no funcionamos bien con términos absolutos, pero nuestras resoluciones están llenas de Todo o Nada. No puedes prometerte que vas a comer sano y después de un chocolate rendirte y proceder a tragarte toda la nevera. Date chance de fallar, aflojar de vez en cuando, para que perseveres al final.
4. La Falta de Sistema 🎯
Tener una meta sin un sistema no te va a llevar a ningún lado. Solo porque sabes dónde quieres llegar no significa que sabes cómo llegar ahí.
"Quiero bajar de peso" no es un plan, es un deseo.
"Voy a hacer ejercicio 3 veces por semana" tampoco es un plan.
"Voy a ir al gym los lunes, miércoles y viernes de 6-7am, empezando con 20 minutos de cardio..." Ajaaaaa, ¡ahora sí!
5. El Aislamiento Social 🤝
Se acuerdan de los Babilonios? Ellos hacían sus promesas en público y tenían toda una comunidad vigilando que las cumplieran. Nosotros? Escribimos nuestras metas en las notas del iPhone y se quedan ahí o van al agujero negro que es un story de Instagram
Sin accountability real, es demasiado fácil abandonar nuestras metas cuando la cosa se pone ruda.
El problema no eres tú - es el sistema. Hemos tomado una práctica que funcionaba porque era pública, comunitaria y con consecuencias reales, y la hemos convertido en un ejercicio solitario de ojalá y puede ser.
¡Pero no se nos pongan tristes! No todo está perdido. Entender por qué fallan nuestras resoluciones es el primer paso para crear unas que sí funcionen.
Cómo Hacer Resoluciones Que Sí Funcionan

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