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La carrera por los $60 mil millones hundidos en el Caribe

Los Nuevos Piratas del Caribe

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Sobran leyendas de grandes galeones desaparecidos, hundidos por piratas, tormentas, y Dios mismo.

Estas leyendas cuentan de oro, plata, artefactos legendarios, y más misterios que prometen riqueza y gloria al que lo encuentre.

Muchos pasan sus vidas buscando estos tesoros, locos perdidos en los mares del caribe, buscando su futuro de lujuria con sabor a Pirata.

Pero esto no es la trama de 'Piratas del Caribe 6'. Es 2024, y una revolución tecnológica ha transformado estas leyendas en una industria multimillonaria. 

En este momento, empresas valoradas en cientos de millones compiten con gobiernos y centros arqueológicos por encontrar los miles de millones que están hundidos en los océanos del mundo.

Hace par de meses, Colombia reveló los últimos hallazgos del 'Santo Grial' de los naufragios - el Galeón San José. Un robot submarino exploró un área equivalente a 40 canchas de fútbol, encontrando nuevos tesoros que incluyen anclas antiguas, jarrones, botellas de vidrio, y lo que parecen ser objetos de oro. Todo esto mientras una empresa americana reclama $10 mil millones por 'haberlo encontrado primero'.

Mientras tanto, Venezuela confirmó que tiene en sus aguas el naufragio más grande jamás registrado: una flota entera del Roi Soleil, o Rey Sol de Francia, Louis XIV (14 para los que no pasaron 3er grado de matemática) con 12 barcos de guerra hundidos en un solo día.

La fiebre del oro naufragado está de vuelta. Solo que esta vez, en vez de picos y palas, se pelea con robots submarinos, inteligencia artificial, y abogados internacionales.

En este chapuzón, vamos a ver:

De Mel Fisher a Odyssey Marine: La historia de los cazatesoros modernos

El Boom del Caribe: Los $60 mil millones que duermen en nuestras aguas

Combate Naval Legal: Las batallas legales por el oro hundido

El Dilema del Tesoro: ¿De quién es la historia cuando vale miles de millones?

Así que agarra tu café (o ron, para meterte en ambiente pirata), acomódate en tu silla, y prepárate para descubrir el mundo donde la alta tecnología se encuentra con los tesoros de siglos antiguos, donde los robots reemplazaron a los mapas con 'X’, y donde no hay honor entre piratas

¡Suéltale!

De Mel Fisher a Odyssey Marine: La historia de los cazatesoros modernos

La idea de encontrar tesoros perdidos se había vuelto algo de leyenda. Desde los conquistadores buscando El Dorado, marineros buscando naufragios de Sir Francis Drake, y piratas buscando La Perla Negra, todas estas historias se volvieron cuentos y fábulas de un pasado lejano.

Pero todo cambió con un vendedor de pollos frito.

En 1969, Mel Fisher dejó su trabajo en KFC para perseguir un sueño que parecía imposible: encontrar un galeón español hundido en las costas de Florida. Sus amigos, naturalmente, pensaron que estaba loco. Historiadores y “expertos” se burlaron. Mel siguió en lo suyo. Unos largos 16 años después, Fisher encontró el Nuestra Señora de Atocha, un naufragio con más de $450 millones en tesoros.

El Oro hace lo feo bonito” dijo Molière, y esta industria fea se volvió calibre Miss Universo de la noche a la mañana. De repente, buscar tesoros hundidos ya no era cosa de locos - era negocio serio. Empresas como Odyssey Marine Exploration y Seafarer Exploration empezaron a surgir, reemplazando los botes de pesca por barcos equipados con tecnología militar, y los buzos amateur por robots submarinos que cuestan millones.

Mel con un flow impecable y su tesoro

Mel y Jimmy Buffett celebrando el día después de encontrar el tesoro.

Ahhhhh. A veces no ven estas vidas y piensan: ¿Qué hago arreglando archivos de Excel mientras hay gente haciendo esto?

Fisher encontró el Atocha enviando buzos a nadar en círculos por 16 años. Hoy, Odyssey Marine usa robots que pueden bucear hasta 4,000 metros, escanear el fondo marino con precisión milimétrica, y transmitir video 4K en tiempo real.

The game changed. Mientras Fisher dependía de mapas antiguos y suerte, las nuevas empresas usan inteligencia artificial para analizar miles de documentos históricos, predecir las rutas más probables de los barcos, y calcular dónde pudieron haber naufragado basado en datos de corrientes oceánicas y patrones climáticos de hace siglos.

El resultado: en los últimos 20 años se han encontrado más tesoros que en los 200 años anteriores.

Pero el verdadero cambio vino con el dinero de Silicon Valley. Cuando los venture capitalists descubrieron que había tecnología capaz de encontrar barcos con miles de millones en oro, la industria explotó. Nuevas startups como Rockfish Inc. (fundada por un ex-ingeniero de software) y Blue Water Recoveries están trayendo tecnología espacial al fondo del mar.

Lo triste es que Fisher, el pionero que empezó todo esto, murió relativamente pobre. La mayoría de sus ganancias del Atocha se fueron en pagar deudas y peleas legales. Nos llena de ira que Fisher, dedicándole su vida a un sueño absurdo como este, es tildado de loco. Pero apenas es comprobado correcto, sale El Estado ni siquiera con la mano pidiendo, sino con la mano en el bolsillo diciendo “Esto es mío”. Una señal, triste y temprana, de lo que vendría: en esta industria, encontrar el tesoro es solo la mitad de la batalla.

El Boom del Caribe: Los $60 mil millones que duermen en nuestras aguas

Antes de irnos a las cortes, vámonos al lugar favorito de todo gringo en diciembre, El Caribe.

Ya esto es un tesoro de por sí

El Caribe siempre ha sido el epicentro de historias de tesoros, pero lo que está pasando ahora es nadie se lo imaginaría.

En agosto de este año, Colombia anunció los últimos hallazgos del Galeón San José, considerado el "Santo Grial" de los naufragios. No es para menos: se estima que lleva 200 toneladas de oro, plata y esmeraldas, valuadas en más de $20 mil millones de dólares.

Para ponerlo en perspectiva: el San José vale más que el PIB anual de 87 países. Es tanto dinero que el gobierno colombiano tiene su ubicación exacta calladita desde 2015, protegiéndolo de "caza tesoros maliciosos".

El Galeón cuando se lo bajaron en 1708

El Galeón ahora

La exploración de agosto cubrió un área equivalente a 40 canchas de fútbol, usando robots submarinos que encontraron anclas, jarrones, botellas de vidrio y lo que parece ser artefactos de oro. Todo esto a casi 1,000 metros bajo el mar, donde ni la luz del sol llega.

Pero el San José no está solo. Este mismo año, Venezuela confirmó que tiene en sus aguas el naufragio más grande jamás registrado: 12 barcos de guerra del Rey Luis XIV de Francia, hundidos en 1678 mientras intentaban atacar a los holandeses.

Y esto es solo la punta del iceberg (o mejor dicho, del arrecife). Los expertos estiman que hay más de 1,000 naufragios importantes solo en el Caribe, con valores combinados de más de $60 mil millones.

¿Por qué tantos tesoros en el Caribe? Simple: era la autopista del oro del Imperio Español. Todo lo que se extraía de América tenía que pasar por estas aguas para llegar a Europa. Y donde hay oro viajando, hay piratas cazando... y barcos hundiéndose.

Ahora imagínate, tienes tu sueño, levantas dinero para tu startup y sales a cazar tesoro. Finalmente, encuentras algo a mil metros debajo del mar; pero cuando subes a la superficie, está un gobierno pasándote factura del 100%. 

Cuando hay miles de millones en juego, las batallas navales no son en el mar con cañones, sino en las cortes con abogados.

Combate Naval Legal: Las batallas legales por el oro hundido

Si pensabas que las peleas por tesoros solo pasaban en películas, espera a ver lo que está pasando con el San José:

  • Colombia dice que es suyo porque está en sus aguas

  • España argumenta que el barco era español y por ende el tesoro les pertenece

  • Los indígenas Qhara Qhara de Bolivia reclaman que el oro fue robado de sus tierras

  • Sea Search Armada, una empresa americana, demanda $10 mil millones porque dice que lo encontró primero hace 40 años

  • Y UNESCO insiste que todo debe quedarse bajo el agua por su valor arqueológico

Un Todos contra Todos ¿Por qué tanta pelea? Porque los precedentes legales son un desastre. Veamos algunos casos famosos:

El caso Odyssey vs España (2007): Odyssey Marine encontró un galeón español con $500 millones en monedas de oro. Después de años de batalla legal, tuvo que devolver todo a España. La empresa casi quiebra.

Monedas de oro recuperadas del “Nuestra Señora de Las Mercedes” por Odyssey, que tuvieron que ser devueltas a España

El caso Fisher vs Florida (1982): Mel Fisher tuvo que pelear durante 8 años por los derechos del Atocha. Ganó, pero gastó la mayoría del tesoro en abogados.

Las leyes marítimas actuales crean un dilema: ¿Quién merece quedarse con un tesoro que ha estado perdido por siglos?

Por un lado, tenemos a empresas como Odyssey Marine y Sea Search Armada que invierten millones en tecnología, años en investigación, y toman riesgos enormes para encontrar estos tesoros. Sin ellos, estos fragmentos de historia seguirían siendo urbanizaciones para peces. ¿No merecen una recompensa por su inversión y esfuerzo?

Del otro lado, países como España argumentan que estos son tesoros nacionales que les pertenecen por derecho histórico. Inglaterra hundió al “Nuestra Señora de Las Mercedes” con todo ese oro que le pertenecía a Carlos IV. Eso, por supuesto, le de continuación a Pedro Sánchez de reclamarlo como suyo.

Colombia, con lógica legal, dice que lo que se encuentre en sus aguas es suya. Y después están los indígenas que reclaman que el oro fue robado de sus tierras en primer lugar.

El resultado es un limbo legal donde nadie gana. Las empresas gastan fortunas en encontrar tesoros solo para perderlos en cortes. Los países pelean por años gastando millones en abogados. Los indígenas arman protestas. Y mientras tanto, miles de millones y artefactos legendarios se quedan en el fondo del mar, porque nadie quiere arriesgar millones para recuperarlas solo para perderlas en una batalla legal.

Un abogado pirata, el único que puede salir ganando de esto

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Uf, sentimos que nos va a llegar una factura de un bufete. Suficiente habladera de abogados, Hay un debate más profundo aquí: ¿A quién le pertenece la historia cuando vale miles de millones? Vamos a la última sección...

El Dilema del Tesoro: ¿De quién es la historia cuando vale miles de millones?

Pensamos en darles una respuesta balanceada. Algo tipo:

“La solución podría esta en todos ponerse de acuerdo. Empresas como Blue Water Recoveries y Seafarer Exploration ahora trabajan junto con gobiernos y arqueólogos, compartiendo tanto los costos como los beneficios, intentando cuidar estas reliquias mientras extraen su valor y comparten de manera ordenada. La tecnología privada se usa para encontrar y recuperar los artefactos, mientras que instituciones públicas los preservan y exhiben”

Pero no. Ya saben cómo somos. Aquí celebramos la ambición, y nos aborrece las actitudes “captura rentas”. Los gobiernos, los indígenas, y demás, están tratando de pasarle alquiler, o tomarlo todo, a los emprendedores que son la única razón por la cuál esta conversación es posible.

Estos tesoros llevan siglos en el fondo del mar. Nadie los extrañaba. Ningún gobierno movió un dedo por encontrarlos. Ninguna comunidad indígena organizó expediciones para recuperar "su oro". Solo cuando alguien más hace el trabajo duro, invierte el capital, y toma los riesgos, aparecen todos con la mano salida.

¡Ya basta! El futuro pertenece a quienes se atreven a crearlo, no a quienes esperan en la orilla para cobrar peaje. Si queremos una nueva era de avances y nuevos descubrimientos, necesitamos impulsar a los que se arriesgan a hacerla realidad.

“The Kansas City Spirit” de Norman Rockwell, captura la esencia de este sentimiento

La humanidad no avanza esperando permisos. Los grandes descubrimientos siempre han venido de quienes desafían lo normal, de los que ven más allá de fronteras y reclamos. De gente como Mel Fisher, que ha podido ser un tipo que trabajó toda su vida en KFC, pero tomó el riesgo para perseguir un sueño "imposible" y terminó encontrando $450 millones. Aún así, el estado lo quebró tratando de quitarle lo que pasó 16 años buscando. No dejemos que lo que le pasó a él le pase a otros.

¡Arriba el espíritu indomable de estos caza tesoros! ¡Abajo estos políticos y aprovechadores que siempre quieren pal refresco!

El tesoro, como la gloria, pertenece a quien se atreve a buscarlo. Todo lo demás es ruido.

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