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💦Por Qué te Tienes que Dejar Robar💦
Cómo hacer crecer tu valor por millones
¡Buenas buenas mi gente!
Bienvenidos a un nuevo CHAPUZÓN. Como prometimos, 2 chapuzones esta semana, ya que les debíamos el de la pasada. ¡Disfruten y nos vemos mañana!
Les agradecemos mucho su apoyo compartiendo estas ediciones. Al amigo, al primo, al tío, y a la abuela. Por favor reenvíen el correo si les parece buena la edición, ¡nos ayuda mucho a crecer!
Ahora, agarren su café, digan que van a llegar 5 minutos tarde a su próxima reunión, y vamos a lanzarnos de clavado en el tema de hoy: El Robo de La Monalisa
Tiempo de lectura: 10 minutos
La Mona Lisa lleva más de un siglo siendo la pintura más famosa del mundo. Desde antes de la Primera Guerra Mundial, y antes de que sus abuelos nacieran (esperemos, si no están viejitos), esta pintura de Leonardo Da Vinci es la primera imagen que viene a la cabeza cuando piensas en una Obra de Arte.
La Gioconda en su máxima
Sin embargo, antes de 1911, era una obra más, relativamente desconocida ante el resto. Ahora, si eres como nosotros, probablemente estés pensando: "Pero, ¿no era la Mona Lisa siempre la obra maestra de Da Vinci? ¿Cómo es que nadie le importaba?"
¿Qué pasó? ¿Cómo paso de ser la Mona Lisa una tipa x, a la potra empoderada de hoy día?
Se la Robaron.
Un robo revolucionario, que pasó a la Mona Lisa de ser una pintura más en el Louvre, a ser LA pintura que todo el planeta quiere ver.
En este Chapuzón, vamos a sumergirnos en la fascinante (y algo cómica) historia del robo que hizo famosa a la Mona Lisa. Exploraremos:
El golpe perfecto: Cómo un lunes cualquiera se convirtió en el día del robo del siglo
La sonrisa que conquistó el mundo: El nacimiento de un ícono robado
¿Dónde está la Mona?: La búsqueda policial, sospechosos, y culpable
De robo a fenómeno: Cómo este crimen transformó el mundo del arte para siempre
Vámonos de clavado con esta increíble historia de arte, viveza, y locura.
¡Suéltale!
El golpe perfecto: Cómo un lunes cualquiera se convirtió en el día del robo del siglo
París, 21 de agosto de 1911.
El sol apenas despuntaba sobre la Ciudad de Amour, y los parisinos aún se recuperaban de otra noche de domingo, seguramente llena de vin et bisous (nos vamos a lanzar bastante francés en esta edición entiéndannos). Pero mientras la mayoría dormía, en el corazón del Louvre, estaba carburando el robo más icónico de la historia.
Una figura solitaria no tenía resaca. Había pasado la noche acurrucada en un closet del museo, con el corazón latiendo tan fuerte que tenía miedo que los guardias lo escucharan. Pero nadie lo hizo.
Cuando el reloj marcaba las 7:00 am, el misterioso intruso salió de su escondite. Vestido con el mismo delantal blanco que usaban los empleados del museo, se mezcló perfectamente con los del turno de la madrugada. Con pasos decididos, se dirigió al Salón Carré.
Allí estaba ella. La Mona Lisa. Sonriendo enigmáticamente, como si supiera lo que estaba a punto de suceder.
El ladrón no perdió tiempo. Con una destreza de quien conoce el lugar como la palma de su mano, descolgó el cuadro de la pared. Pesaba más de lo esperado: unos 13 kilos con marco y todo. Pero la adrenalina le dio fuerzas.
El único momento de pánico llegó cuando intentó salir por una puerta de servicio y la encontró cerrada. Justo cuando consideraba buscar otra salida, apareció un plomero. El intruso, manteniendo la calma, le pidió ayuda para abrir la puerta. El plomero, sin sospechar nada, le echó una mano al "colega" en apuros.
Y así, con una mezcla de audacia y suerte digna de una película semi-mediocre de Netflix, el ladrón salió caminando del Louvre con la Mona Lisa bajo el brazo, envuelta en una sábana blanca como si nada.
¿Lo más increíble? Nadie se dio cuenta por todo un día, dándole una ventaja enorme al ladrón. La Mona Lisa había desaparecido, y con ella, la seguridad del mundo del arte. El robo perfecto se dio, y el mundo entero estaba a punto de volverse loco por una sonrisa robada.
¿Dónde está la Mona?: La búsqueda policial y Auge a la Fama
Ese martes, el mundo del arte sufrió un infarto colectivo. El espacio vacío en la pared del Salón Carré gritaba más fuerte que cualquier alarma.
Antes del robo, pocos fuera del mundo del arte podían reconocer a La Gioconda (El Título original de la obra). De hecho, en el propio Salón Carré, no era ni siquiera la pintura más famosa. Pero el vacío en la pared cambió todo eso.
Sin duda, el mayor impacto lo tuvieron los periódicos. Los periódicos de todo el mundo explotaron con la noticia. "¡La Mona Lisa, robada!", gritaban los titulares desde Nueva York hasta Tokio. De repente, todo el mundo quería saber más sobre esta misteriosa pintura que había burlado la seguridad del museo más famoso del mundo.
Periódico de Cairo, Egipto
La ironía era obvia: la ausencia de la Mona Lisa la hizo más presente que nunca. Su imagen se reprodujo millones de veces en periódicos, revistas y postales. Como suele suceder hasta hoy en día, gente que nunca había puesto un pie en un museo ahora eran expertos de arte, y discutían fuertemente sobre el valor del arte y la importancia del patrimonio cultural. Hoy en día la discusión sería en Twitter.
Periódico Italiano de Septiembre, 1911
El Louvre vio cómo las multitudes se empujaban tratando de entrar no para ver arte, sino para contemplar el espacio vacío donde antes colgaba la obra. Era como si el marco vacío fuera una obra de arte en sí misma, una lastimosa inspiración para mucho del “arte” moderno que hay hoy día.
La cultura popular se apoderó de la Mona Lisa robada. Se escribieron canciones sobre ella, se hicieron obras de teatro basadas en su desaparición, e incluso se produjeron películas mudas que especulaban sobre el robo.
Imagen de la Película “El Robo de la Mona Lisa” de 1931
Durante los dos años que estuvo desaparecida, la Mona Lisa logró lo que ninguna campaña de marketing podría haber soñado: se convirtió en la pintura más famosa del mundo.
Ya no era solo una obra maestra de Da Vinci; solo conocida por los expertos del arte, era un fenómeno cultural, un misterio sin resolver que mantenía al mundo en puntillas. Cuando finalmente fue recuperada en 1913, su estatus de ícono estaba más que consolidado.
El robo había transformado a la Mona Lisa de una obra de arte admirada por conocedores a un símbolo universal de belleza, misterio y la capacidad del arte para capturar la imaginación del mundo.
La Mona Lisa había logrado lo imposible: hacerse más famosa por no estar que por estar. Y en el proceso, cambió para siempre la forma en que el mundo percibe y valora el arte. Pero antes de adelantarnos: ¿Quién la robó, y por qué?
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